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Definición de la carta La Casa de Dios

Mientras el arcano XIII simboliza el fin, la interrupción para partir de nuevo, mientras la Casa de Dios es un aviso, una palmada en la mano, que pone a la persona en guardia contra su imprudencia, sus actuaciones. Esta carta evoca el peligro, los riesgos que no deben ser subestimados. Esta expresa que la fuerza para desafiar el destino, las personas, los eventos, la caída, será inevitable. Esta envía advertencias que pueden traducirse por dolores, malos momentos, un conflicto difícil, una ruptura, con el fin que la persona se recomponga. Este arcano es ilustrado por un giro en el que el techo se tambalea pero en el que los cimientos permanecen intactos. Dos personajes, uno cae de cabeza y el otro está en tierra. Esto significa que nada está completamente acabado para quien sepa detenerse a tiempo, corregir sus errores, revisar sus ambiciones a la baja. Esta carta lo pone en guardia contra un exceso de orgullo, ambiciones desmesuradas, certezas obsoletas, pretensiones absurdas.

La Casa de Dios lanzado al derecho

Al derecho, esta carta te pone en guardia contra un rechazo obstinado a examinar ideas, ambiciones, proyectos, con el fin de evitar una caída, un fracaso. Por medio de eventos dolorosos, entrega el mensaje a la persona, que es tiempo para revisar sus objetivos, sus ideas, sus ambiciones. Esta traduce que una situación crítica está allí para incitar a reorganizar inmediatamente lo que sea preciso para evitar lo peor. Esta lleva a un cuestionamiento radical con el fin de partir sobre bases sanas. A través de circunstancias, pone a la persona contra la pared.

La Casa de Dios lanzado al revés

Al revés, esta carta pone en relieve que los fracasos, las derrotas son causados en gran parte por un error de estrategia, de juicio, de orientación. Anuncia que la persona o un proyecto caiga en la catástrofe por una ausencia total de discernimiento o por un exceso de orgullo. Evoca a una persona que se niega totalmente a escuchar los consejos o a ver los indicadores de fracaso. Invertida, esta carta tiene un efecto más radical. Las derrotas, los fracasos serán, en consecuencia, más difíciles y más largos de superar.

La carta La Casa de Dios en el ánimo

El ánimo es bélico, voluntario y excesivo. Esta carta indica un comportamiento que lleva al colapso, a una desilusión. Lo mejor de este arcano es no tomar una decisión radical, sino más bien equilibrar lo que ya existe y se ha demostrado. Nos tienta la novedad, lo desconocido, lo nuevo, pero también el exceso, el egocentrismo y la impulsividad...

La carta La Casa de Dios en el amor

Los solteros pueden ser sorprendidos por el amor a primera vista, una reunión impactante que pondrá en duda muchas preguntas, sin que se garantice la estabilidad. Como pareja, la situación es también un período de crisis: se va o se rompe. Todos tienen que ir más allá de su egocentrismo para pensar con más calma lo que conecta a la pareja, sin detenerse en lo que los separa. Debemos reanudar un diálogo amoroso y ser cómplices para pasar este período un poco crítico. Mal administrado, este clima puede conducir a una ruptura evitable.

La carta La Casa de Dios en finanzas

La Torre advierte contra las empresas que se llevan a cabo sin tener la certeza de que los cimientos del edificio son realmente sólidos. No debemos invertir sin dar el paso necesario hacia atrás, debemos prestar atención a los gastos y hacer preguntas reales si se avecina el desastre financiero. Es probable que un cambio de rumbo o un asesor financiero sea esencial para comenzar con una mejor base.

La carta La Casa de Dios en el trabajo

La Torre alienta las iniciativas, pero también la impulsividad y, por tanto, la toma innecesaria de riesgos. Esta carta invita a la precaución, los actos impulsivos no son buenos asesores. Sin embargo, podría considerarse una reorientación profesional. Los proyectos que son importantes para el corazón de uno pueden fallar, pero hay que recuperarse, incluso si la desilusión es difícil de digerir. Debemos preguntarnos si las ambiciones están en armonía con la realidad.

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